Mientras los estados lidian con la lenta liberación de fondos federales destinados a ampliar la conectividad a Internet de banda ancha, enfrentan costos crecientes debido a la inflación y el cambio de prioridades federales. El programa Broadband Equity Access and Deployment (BEAD), que comenzó con el inicio de la pandemia, asignó 42 mil millones de dólares para mejorar la infraestructura de banda ancha. Sin embargo, según Doug Dawson, presidente de CCG Consulting, la inflación ha erosionado significativamente estos fondos y los costos de construcción de infraestructura han aumentado entre un 20 y un 30%.
El retraso en la distribución de estos fondos ha generado críticas y preocupación. Dawson señala que si el dinero se hubiera distribuido a países en 2020 con menos restricciones, podría haber sido mucho más efectivo. «Les iría el doble de bien con el dinero que con todas estas tonterías», afirmó Dawson.
A las dificultades del programa se suma la pesada carga burocrática que conlleva. Tamara Holmes, directora de la Oficina de Banda Ancha de Virginia, describió a BEAD como «el programa federal más oneroso» que jamás haya administrado. La Administración Nacional de Información y Comunicaciones (NTIA), que supervisa BEAD, implementó complejos requisitos de subvención, derivados de auditorías anteriores de gastos innecesarios en iniciativas similares.
Los estrictos criterios establecidos por BEAD tienden a favorecer a las corporaciones más grandes frente a las empresas más pequeñas. Dawson criticó el plan por establecer condiciones previas que las pequeñas empresas no pueden cumplir, como una larga historia de suministro de banda ancha y un fuerte respaldo financiero. Esto, afirma, podría sesgar los beneficios para las empresas medianas y grandes.
Si bien algunos estados como Virginia y Texas pueden afrontar con éxito estos desafíos gracias a sus oficinas y experiencia en banda ancha, otros como California y Texas pueden tener dificultades, especialmente aquellos que recientemente han establecido oficinas de banda ancha, como Pensilvania.
Además, Dawson destacó el problema más amplio de la negligencia hacia la infraestructura de banda ancha rural, compartiendo observaciones personales de Carolina del Norte, donde los postes de servicios envejecidos están frenando posibles expansiones. Esta negligencia es sintomática de décadas de falta de atención que ahora está complicando los esfuerzos para implementar la banda ancha moderna en las zonas rurales de Estados Unidos.
Los desafíos actuales del programa BEAD resaltan la compleja interacción entre las intenciones federales y la implementación práctica, y plantean preguntas sobre el futuro de la expansión de la banda ancha en los EE. UU.