Los bancos enfrentan hoy un tremendo desafío en combate.
Un problema importante es la naturaleza reactiva de los esfuerzos de prevención del fraude de muchos bancos. Manejar los eventos sólo después de que ocurren puede satisfacer las necesidades inmediatas de cumplimiento, pero no previene fraudes futuros, lo que expone a los bancos a riesgos continuos. La mayoría de las instituciones subutilizan el análisis predictivo debido a conjuntos de datos fragmentados o a una mala comprensión de qué conjuntos de datos incluir. Aprovechar los datos históricos y en tiempo real permite identificar amenazas potenciales antes de que se materialicen. La integración de estas tecnologías en el marco de la gestión integral de riesgos permite acciones preventivas que protegen los activos y pasivos. Los métodos ALM son esenciales aquí.
Los silos de datos y los departamentos fragmentados presentan otro desafío. Los grupos de trabajo que se encargan de la detección de fraude, el cumplimiento, la ciberseguridad, la gestión de riesgos y ALM a menudo operan de forma aislada. Esta falta de cohesión inhibe la capacidad de reconocer patrones entre funciones, lo que lleva a respuestas retrasadas. La integración de datos, la colaboración y la formación entre departamentos son esenciales. La implementación de plataformas de datos centrales compartidas entre los departamentos relevantes garantiza una visibilidad integral del riesgo. Al incorporar conocimientos de ALM, los bancos pueden comprender mejor cómo el fraude afecta sus balances y posiciones de liquidez. La respuesta coordinada minimiza los tiempos de respuesta.
La dependencia de sistemas heredados impide aún más la detección eficaz del fraude. La tecnología obsoleta lucha por adaptarse a nuevas amenazas y es incompatible con las herramientas de prevención modernas, lo que compromete la protección y aumenta el riesgo. Es imperativo invertir en una infraestructura moderna y escalable que admita procesos avanzados de gestión de riesgos y ALM. Los sistemas de detección de fraude basados en la nube, la inteligencia artificial y el monitoreo en tiempo real mejoran la flexibilidad y permiten una rápida adaptación a las amenazas en evolución.
La educación del cliente a menudo se pasa por alto en la lucha contra el fraude. Los clientes con conocimientos limitados sobre phishing, estafas y mejores prácticas de seguridad son más susceptibles al fraude, lo que aumenta la responsabilidad del banco y puede dañar su reputación. La implementación de iniciativas continuas de educación del cliente puede reducir este riesgo. Los bancos pueden educar a los clientes sobre cómo identificar y evitar el fraude a través de seminarios web, correos electrónicos y alertas de aplicaciones. La promoción de anuncios reduce la exposición al fraude y aumenta la confianza del cliente. Los clientes informados contribuyen a un entorno de gestión de riesgos más sólido, protegiendo activamente sus cuentas y apoyando indirectamente el ALM del banco protegiendo su base de activos.
La falta de evaluación de las amenazas internas es otro riesgo importante. Las amenazas internas pueden ser intencionadas, maliciosas o accidentales. Ambos son capaces de causar un daño además de un evento regulatorio. Si bien las amenazas externas reciben mucha atención, los riesgos internos, como el uso indebido de información confidencial, a menudo se subestiman. El fraude interno puede pasar desapercibido debido a un seguimiento deficiente y un control interno inadecuado, lo que pone en peligro las operaciones y la estabilidad financiera. Es esencial mejorar el control interno a través del análisis del comportamiento del usuario, o UBA, e integrar conocimientos en la gestión de riesgos y los procesos ALM. Las herramientas de la UBA identifican actividades sospechosas, como el acceso no autorizado a los datos, lo que ayuda a prevenir el fraude interno. Proporcionar canales de denuncia anónimos anima a los empleados a denunciar comportamientos inapropiados sin miedo.
La débil cooperación con las autoridades puede obstaculizar las investigaciones de fraude. Los retrasos en la presentación de informes permiten a los delincuentes ocultar sus huellas, lo que aumenta la exposición al riesgo. La creación de asociaciones con organismos encargados de hacer cumplir la ley para informar y compartir información de inmediato aumenta las posibilidades de identificar patrones más amplios y atrapar a los estafadores.
Las tácticas de estancamiento para prevenir el fraude convierten a los bancos en objetivos predecibles, ya que los delincuentes evolucionan rápidamente. Es fundamental apostar por la innovación continua en la prevención del fraude y la incorporación de avances en la gestión de riesgos y estrategias ALM. Probar nuevas tecnologías, como la autenticación biométrica y la cadena de bloques para una verificación segura de la identidad, ayuda a los bancos a evitar a los estafadores. Alinear la prevención del fraude con prácticas dinámicas de ALM garantiza que las defensas se adapten a las amenazas cambiantes, protegiendo activos y pasivos.
Ignorar el elemento humano aumenta la vulnerabilidad. A pesar de la tecnología avanzada, el error humano sigue siendo un factor importante en el fraude. Los empleados pueden ignorar las señales de alerta, manejar mal los datos o ser víctimas de la ingeniería social. La dependencia excesiva de la tecnología puede llevar a la complacencia. Es esencial capacitar periódicamente a los empleados sobre la detección de fraudes y la gestión de riesgos. Las simulaciones de phishing y las sesiones de concientización sobre el fraude ayudan a los empleados a identificar riesgos potenciales de manera temprana. Fomentar una cultura de vigilancia hace que la prevención del fraude sea una responsabilidad compartida. Los empleados que comprenden las implicaciones del fraude en la salud financiera de un banco contribuyen a un ALM más eficaz al proteger los activos de amenazas internas y externas.
En conclusión, la lucha contra el fraude requiere que los bancos combinen tecnología, mejoras de procesos, gestión de riesgos y estrategias ALM entre operaciones. Al pasar de enfoques reactivos a enfoques proactivos, los bancos deben involucrar a los clientes, empleados y autoridades en un frente unido contra el fraude. Al adoptar tecnologías avanzadas, fomentar la colaboración, la capacitación cruzada y empoderar a las partes interesadas, los bancos pueden fortalecer las defensas, gestionar eficazmente el riesgo y generar confianza en un mundo cada vez más digital. La integración de ALM con la prevención del fraude mantiene la estabilidad financiera y garantiza la resiliencia a largo plazo contra las amenazas en evolución.